You are wrong if you think you can take something from me [ A. Dev Weinmann]

Damien podía pasarse mucho tiempo en la biblioteca. Una de las muchas razones era porque le gustaban los libros más que a nada, y allí los había de todas las categorías. Pero además, era un lugar de silencio, donde se reunía a veces a estudiar con otros compañeros, especialmente con compañías femeninas. Pero hoy no era ese día, por lo que se dedicó a coger un libro de la estantería y a sentarse en un sofá rojo cerca de la ventana, desde el cual podía ver toda la habitación. La luz daba en su espalda e iluminaba el libro. A veces se pregunta como sería la luz del sol y es que, aunque alguna vez había salido a la ciudad, la luz les molestaba bastante a los Moroi, por lo que se tenía que conformar con la oscuridad. Tampoco le importaba, pero sentía curiosidad.

Se había sentido en el sofá rojo a parte. No sólo porque daba una vista amplia de toda la sala , si no porque era del color de su escudo familiar, del color de la sangre. Le guiñó un ojo a dos chicas moroi que estaban sentadas en una mesa larga cerca de él y lo estaban mirando. Probablemente de sexto. Dio una de sus sonrisas irresistibles y pudo escuchar sus risas. Si se pudiesen sonrojar, lo hubiesen hecho. Claro que sabían quién era él, todos lo sabían, y aquello hacía que se creciese, ya que se sentía importante, aunque personalmente le daba igual.

Se levantó y recorrió unos pasillos laberínticos hasta la sección de clásicos griegos. Poca gente pasaba por aquella sección- a pocos le gustaba el griego antiguo, pero así podía quedarse con su soledad. Tal vez luego se acercara a aquellas chicas, pensó mientras cogía un tomo de Platón y le sacaba el polvo.

Salió de su habitación y bufo, el idiota de Adrik había desaparecido y ella no tenía ni la más remota idea de donde se encontraba. Reviso la habitación completa y no había rastro de él, su Moroi no tenía clases en ese momento. Trato de conectarse con él pero fue en vano, estaba demasiado estresada como para lograrlo. Las botas con tacón no tan alto que lucían sus pies hacían un leve ruido al pisar y más si se trataba de sus fuertes pisadas debido al enojo, no había probado una sola gota de alcohol en toda la semana. Estaba desesperada. Gruño y entro haciendo más ruido de lo debido a la biblioteca, llevaba una pequeña botella de Jack Daniels escondida en el escote de la blusa negra que llevaba, combina a la perfección con sus pantalones entubados color azul marino. Paso por la mesa donde se encontraban unas Moroi, las fulmino con la mirada y se acerco — ¿Adrik ha estado aquí? —preguntó tajante, las chicas negaron y ella se dio por vencida. Fue a dar a la abandonada zona de clásicos griegos. Se aseguro que no hubiera nadie cerca y saco la pequeña botella de entre sus senos —Al fin…—susurró suspirando y se giro chocando con alguien. ¡Oh pero qué bien! No podría dar una probada aquella botella hoy.

Casi golpea a la persona por el susto pero se dio cuenta que era uno de los compinches de Adrik, bufo y suspiro. Gracias a Dios no era un profesor o la mismísima directora. —Damien—murmuró alzando las cejas, debía admitir que el chico era guapo y ardiente ¿Qué ciega diría que no? — ¿Has visto al idiota de Adrik? —Preguntó mientras abría la tapa de la gustosa botella, miro al chico y sonrío coqueta — ¿Qué haces en la biblioteca? —preguntó mirándolo nuevamente, no era que pareciera un chico rebelde o desaplicado, pero raramente la biblioteca casi nunca estaba llena. Dio un primer trago y su garganta ardió, pero era delicioso y cerró los ojos y carcajeo—Creo que son demasiadas preguntas colega. Pero ¿Te apetece un trago? —murmuró acercándose a él. Tenía mucho que no bebía acompañada y hoy podría cambiar, Además ambos podrían divertirse al parecer la biblioteca acababa de vaciarse como de costumbre.

Pasó los dedos entre las finas hojas del libro, intentando buscar una teoría. ¡Por qué no tendrían índices en aquella época! Pese a que su lengua materna fuese el ruso, algunas letras del alfabeto cirílico se parecían al griego, y lo había estudiado de pequeño. Pero la letra escrita a mano por algún escriba era difícil de traducir, aunque tenía que reconocer que tenía mejor letra que él. Se concentró traduciendo una palabra, y cuando creía haber encontrado lo que tenía, el libro resbaló de sus manos y se cerró, perdiéndose la página. La sonrisa que había en su cara se borró y se giró para maldecir a quien se había chocado con él. Pero se calló cuando vio a la guardiana de su amigo Adrik. Claramente, la chica no estaba haciendo su trabajo. Era un poco mayor que él, pero a veces la confundía con alguna moroi por algunos de sus rasgos- como el color de pelo y ojos, aunque ella tenía más curvas que la mitad de las chicas de su raza, y Damien no podía evitar sentirse atraído por las chicas Dhampir. Además, sabían pelear, y eso lo veía como un plus.

- No he visto a Adrik desde ayer.- dijo sinceramente fijándose en la botella de la chica.  Solía andar con Adrik bastante pero cuando quería ir a la biblioteca solía ir sólo, por eso no lo había llamado. No pudo evitar reír ante su pregunta.- Aunque no lo creas, a algunos nos gustan las bibliotecas y los libros. -Damien podía hacer siempre de las suyas y molestar a la gente continuamente para divertirse, pero por lo general era una persona tranquila cuando estaba a solas.  Cuando inclinó la botella hacia él para ofrecerle no dudo en cogerla y darle un trago.- Pese a que no me conozcas bien, ¿crees que alguien podría no aceptar esto?- movió la botellita de un lado a otro. Se agachó un momento para recoger el libro y volvió a colocarlo en su sitio. Ya no tenía ganas de seguir traduciendo, y le devolvió la botella para que bebiese ella.

–Agh, joder Adrik que voy hacer contigo–murmuró dando otro trago a la botella, pensaba emborracharse hoy pero no era muy buena idea en la biblioteca, la botellita estaba por la mitad y ella agradecía eso, se giró y miro a dos Morois que la observaban con ¿Odio? ¿Quién demonios se creían? “Tal vez son de la realeza” al demonio ¿Cuál era su problema? Levemente dejo de insultar en su mente y pensó con fluidez –Así que enamorando Morois, Damien–Espetó mirando a su compañero de botella alzando una ceja para reír – ¿Se les perdió algo? –Insinuó retando a las chicas, ellas simplemente negaron y se fueron por donde minutos atrás entraba ella. –Siento lo del libro–murmuró bufando, camino a una de las mesas para sentarse y terminar su amena botella (claramente no tan grande como ella deseaba) –así que ¿Clásicos griegos? –objetó mirando como Damien se sentaba en una silla frente a ella. Coloco sus piernas arriba de la mesa y adquirió una posición cómoda.

Suspiro y posiciono sus manos entrelazadas en su regazo –Y dime Damien ¿Cómo va tu vida? ¿Y tienes guardián? ¿Ya conseguiste una puberta Moroi con hormonas locas para el baile? –comentó riendo, amaba molestar a las Morois era como otro pasatiempo. Dio otro trago a la botellita y se la paso a Damien para que la terminara y poder deshacerse de ella antes que la bibliotecaria los viera. Trono sus dedos y miro a Damien sonriendo, bien estaba algo borracha a decir verdad.