Sometimes we have to do it [Damien Ivashkov]

Alimentarse de sangre humana no era una de sus preferencias, lo cual no quería decir que se alimentara de otro tipo de sangre, sino que más bien detestaba tener que depender en parte de la sangre para sentirse fuerte y vigorosa, aunque teniendo en cuenta su complexión, estaba un poco lejos de poder describirse así. Como todas las chicas moroi, era delgada, eso si, tampoco era esquelética, pero si debía enzarzarse en  alguna pelea, Aura era consciente de que tenía las de perder. De todos modos, la violencia era algo que no iba con ella y hasta ahora nunca se le había cruzado por la cabeza ni vengarse de todos aquellos que la habían molestado en sus años anteriores ni meterse en medio de dos que estaban pegándose puñetazos, claramente esa sería su ultima opción. No es que fuera como las demás y le importara demasiado su imagen, lo que sí le importaba era su pelo y el hecho de ver su cabellera rubiopelirroja enmarañada o esparcida por el suelo, le daban ganas de vomitar. Y, hablando de vomitar, si no le gustara ese sabor ácido y metálico que tenía el líquido rojo de que debía alimentarse, muy probablemente vomitaría al saber que con él se iba un poco de vida. Sabía que a muchos de sus compañeros le encantaba la hora de alimentarse, Aura era rarita incuso para eso.

Entreabrió la puerta que conducía a la sala de alimentadores con cuidado y asomó la cabeza como si estuviera haciendo algo malo, su cabeza decía que así era pero su hambre la estaba consumiendo. Hizo una mueca antes de encontrarse con Jeannette, una de las voluntarias que más le simpatizaban y por ese motivo Aura se resistía un poco más a morderla aunque supiera que era el deseo más profundo de aquella mujer. Suspiró y se quedó con la mirada perdida y pensativa en el vacío hasta que se dio cuenta de que Jeannette tenía los ojos clavados en ella, esperando ese ansiado momento de sentir las endorfinas corriendo por sus venas. Aura la miró con un deje de culpabilidad durante unos segundos y luego se acercó un paso hasta ella.

-Lo siento, me he distraído -le dijo con una sonrisa llena de tristeza.

Damien estaba más agotado de lo habitual. Algunas veces se había sobrealimentado de sangre y, aunque se sentía mejor, había decidido bajar la alimentación para llevar un control sobre ella y no ‘excederse’, pero sabía que siempre podría volver a tener toda la que quería, más de un alimentador estaría dispuesto a ello. La sangre humana no era la mejor que había probado, pero era la única que estaba permitida beber. Y aquello también estaba bajo control. La sala de alimentadores lucía blanca, como las salas esterilizadas de los hospitales de las películas que había visto, ya que él nunca había estado en uno. No es que hubiese estado en contacto con el mundo humano mucho tiempo. Tal vez alguna que otra escapada en vacaciones. Al igual que le había pasado con los alquimistas, también tenía interés por su forma de vida. Damien se anotó en una pequeña lista, esperando su turno. Los humanos que estaban allí lo hacían de voluntad propia. Cuando un moroi bebía la sangre de un humano, desprendía unas endorfinas que hacían que el humano siempre buscase más. El placer que sentían era como si estuviesen follándose a alguien, o algo parecido. Por eso, y porque estaba mal visto, Damien nunca se dejaba morder por nadie, excepto por Davina en alguna ocasión. No quería estar dominado por nadie ni nada.
En verdad no quería esperar, por lo que utilizó una mezcla de su encanto natural y compulsión para colarse. Además, al ser de la realeza, nadie le diría nada. Cuando alcanzó el primer sitio que vio, vio que no estaba solo. A veces se tenían que compartir a los humanos.

Se colocó al lado de Aura, que parecía que aún no había empezado a alimentarse; en cambio, estaba ahí quieta, observando a Jeannette, a quien, ciertamente, conocía poco, pero tampoco le importaba.
-Sí, se te ve muy distraída.- la chica aún no se había dado cuenta de su presencia, por lo que intentó espabilarla.- ¿Qué lado prefieres?-preguntó pero tampoco esperó respuesta. Se sentó en una silla al lado derecho de la mujer. Al tener que compartir, era mejor empezar por las muñecas. Aprovechó para saludr a la ‘donante’.- No te va a doler mucho.- bromeó con ella Damien antes de hincarle los dientes en las venas de la muñeca.- ¿Vas a venir, o te vas a quedar ahí todo el rato? No me importa mucho que me miren, pero me parece que también necesitas sangre.- respondió con un tono más o menos bromista, fijando su mirada en ella y limpiándose un poco de sangre que le había quedado en el labio tras separarse.

Aura se tomó la libertad de observar un momento más a Jeannette, con ese brillo de culpabilidad en los ojos. Sabía que ya le quedaba poco para que le borraran la memoria y se marchara de St Vladimir y eso le causaba aún más pesar. ¿Qué haría una vez estuviera fuera? ¿Vagaría sin rumbo por ahí como una drogadicta o exdrogadicta que busca desesperadamente algo que pincharse?

Dio un respingo cuando sintió una voz a su lado y se giró para ver de quien se trataba. Damien Ivashkov estaba hablándole. Lo miró incrédula durante unos instantes pensando si estaba burlándose de ella como años atrás habían hecho todos o casi todos, pero no parecía tener esas intenciones de momento. Se quedó observando la escena, cómo Damien se situaba junto a ella y le mordía en la muñeca. Jamás había compartido nunca alimentador y aquello le parecía de lo más extraño. Sin embargo, reacciono cuando el chico volvió a hablarle y avanzó dos pasos hacia el lado izquierdo de Jeannette. Miró la muñeca un segundo y luego a Damien.

-No... ¿No te parece denigrante hacerles ésto? -preguntó con serias dudas sobre si era buena idea que Jeannette recibiera una dosis doble de endorfinas. Aún así se arrodilló, volviendo a clavar la mirada en la venas de la mujer. No podía negar que tenía sed y que el deseo de morderla iba un poco más allá de la culpabilidad que podía sentir por hacer aquello y eso la hacía sentir aún peor. -¿No te sientes culpable? -volvió a preguntar como si retrasando el momento de la verdad fuera a sentirse un poco mejor.

Jeannette le producía tanta ternura, que a Aura le daban ganas de abrazarla. Suponía que eso también podía deberse a cómo echaba en falta a su madre, a la que  no veía desde  hacía muchos años, ya ni siquiera recordaba cuantos. A veces soñaba con ella, que se la encontraba y que la convencía de que se convirtiera en Strigoi para que ambas estuvieran juntas, siempre terminaba convenciéndola de todo lo que ella quería porque Aura era dócil y vulnerable y odiaba eso. Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en su madre ahora. La respuesta de Damien no la tomó por sorpresa, más bien la esperaba, era lo que todos decían siempre.

Se lo quedó mirando y clavó su azulada mirada en los ojos verdes de él. En casi todas las películas y libros que había visto y leído, los ojos de un color sumamente claro, de un color que te hacía sentir frío al verlos, pertenecían siempre al malo. Los ojos de Damien eran así, verdes casi grises, fríos, pero no daban miedo y no denotaban maldad, más bien simpatía. Eso le pareció raro. Siempre que le habían hecho bullying él se quedaba rezagado mirando, sin embargo ya no importaba si se divirtió o no con el asunto.

-Imagínate que vives así -dijo señalando a la proveedora -sólo un momento imagina que vives aquí sentado en una camilla esperando el momento de que llegue alguien y te muerda, ansiando que te claven los colmillos... ¿Es eso una vida? -preguntó inquisitivamente -Cuando dices "son ellos o nosotros" ¿te has parado a pensar qué es de sus vidas cuando les borran la memoria y los echan de aquí? -La cara de Jeannette había cambiado por completo tras el mordisco de Damien, en su expresión podía leerse el alivio y la tranquilidad. -A mi no me gustaría estar en su pellejo... Ni siquiera quiero ser esclava de nadie por un mordisco. No sé qué se siente, pero da miedo.

Aura se negaba a pensar que la gente carecía de sentimientos, creía o quería creer que en lo más profundo de cada persona sólo había bondad y amor, entrega y preocupación por los demás. Era necesario, todo el mundo sabía que sin esos sentimientos el mundo terminaría por derrumbarse, puesto que eran los cimientos de todo, como el cemento. Se había quedado anclada al suelo, pensando que Damien terminaría dándole la razón o parte de ella, con la esperanza de haber conseguido ablandar su corazón y que sintiera una punzada de culpabilidad por ver a los proveedores como simples cantimploras, pero eso no sucedió. Aquellas ideas se quedaron flotando en su cabeza como simples fantasías de aquello que le hubiera gustado que ocurriera.

Aura miró a Damien y luego a Jeannette, después volvió a posar su vista en el chico. Sus cejas se habían curvado hacia dentro haciendo que su expresión denotara pena por cómo la podrían haber tratado hasta ahora, por cómo la seguirían tratando y por lo que ella estaba a punto de hacer. No replicaría se quedaría callada y sus pensamientos se quedarían con ella, como siempre hacían.

Se arrodilló y cogió la muñeca de Jeannette, abrió la boca y la mordió. Sintió la sangre fluir y pasar por su garganta y también cómo su hambre se iba apagando. No quiso beber más que lo imprescindible por lo que se separó y pasó la lengua por sus labio para limpiarse.

-Estás chapado a la antigua -fue lo único que comentó sobre ese tema, porque después se quedó pensando en lo último que Damien había dicho. -Oh, no estoy preocupada -comentó mirando de reojo a la mujer extasiada con preocupación -no creo que ningún moroi esté interesado en morderme -se encogió de hombros y lo miró inquisitiva. -¿A ti te han mordido alguna vez?